En
ocasiones se encuentran documentos curiosos, que tratan temas
insospechados, relacionados con la ciencia de la Astronomía y su
historia. Tal es el caso del álbum <<
Las Maravillas del Universo de Nestle >>
.
Su serie 27 del II volumen es
<< La incógnita del
planeta Marte >>
y la fecha
de su publicación de lo más oportuno, 1957, el año en que se
lanzó
el primer satélite artificial. Esta feliz coincidencia permite
revivir el momento previo a la exploración espacial del planeta
desde una publicación de divulgación orientada a la juventud.
Poca
información se encuentra acerca del autor de los textos,
profesor
Charles Albert Rechien. Escritor, ensayista y divulgador de
temas muy
diversos, entre ellos una Historia de la Astronomía, además de
editor y animador de una revista para la juventud. Sin duda un
perfil
muy adecuado para colaborar con un álbum.
Comienza
con un emocionante desafío << (…) los sabios de varias
generaciones se preguntan si allí viven animales y plantas.
¿Está
este planeta poblado de seres como nosotros? ¡Apasionante
enigma! >>
Después
de dar una acertada visión física del planeta describe la visión
telescópica y al igual que muchos en su época, imagina un Marte
como un mundo con posibles océanos, con fuertes indicios de vida
vegetal, y una atmósfera con oxígeno, óxido de carbono y vapor
de
agua, no obstante desmitifica la existencia de los canales de
Percival Lowell y Giovanni Shiaparelli, para finalmente concluir
sabiamente.
<<
La realidad es que todavía no ha llegado el momento en que se
sepa
con certeza a que hemos de atenernos con respecto al planeta
Marte>>
Afortunadamente
contamos con un documento gráfico muy clarificador que
complementa lo reflejado en el álbum con las impresiones de la
época, se trata
del documental de NODO
del 17 de septiembre de 1956 en el que se
constata que las apreciaciones que detalla el Dr. Rechien
estaban
muy extendidas. Llama la atención la certeza del argumento de la
vida vegetal y la idea de que marte es un mundo antiguo que va
perdiendo agua lentamente. Más de medio siglo después las ideas
de
Lowell aún flotaban en el ambiente.
Todo
esto cambió 8 años después. El 14 de julio de 1965 la sonda
estadounidense Mariner 4 se aproximó al planeta. El día 15
realizó
las primeras fotografías desde su superficie, un total de 21
fotografías y parte de la número 22. Marte mostraba un terreno
craterizado semejante al de la Luna. No había rastro de océanos,
el
agua líquida no existía en Marte. Se desvaneció la esperanza de
encontrar vida en el presente. Marte pasó de repente a ser un
mundo
muerto. Por desgracia la sonda había sobrevolado el lado más
insulso del planeta. Debido a la geometría del encuentro nos
perdimos los impresionantes volcanes y valles y esto tuvo una
repercusión inédita. El desinterés por Marte. Mariner 4 pudo
inclinar la balanza hacia el viaje tripulado al planeta, en
plena
efervescencia con el programa Apollo, pero el terreno inhóspito
develado por la sonda debilitó el espíritu de exploración del
planeta rojo.
Sin
embargo analizando en profundidad una de las fotos recibidas
(11E) se
podían apreciar unos débiles vestigios de que sí pudo haber
algún
tipo de fluido en el pasado, e incluso una formación lineal que
forma parte de Sirenum
Fossae,
recordaba vagamente a los canales.
En
la actualidad estamos viviendo un resurgimiento, una nueva
ilusión
por explorar el planeta. Sondas cada vez más complejas recorren
su
superficie en busca de información, en busca de vestigios de
vida
pasada o presente que analizan las rocas desvelando su asombrosa
geología y su historia, preparando el terreno para una futura
base
humana en el planeta. La incógnita de Marte nos vuelve a
fascinar.
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